En esta oportunidad continuaremos con el artículo anterior, donde planteamos lo importante como herramienta de trabajo, que es poseer conocimientos mínimos sobre las lesiones deportivas y aquellas que pueden producirse por comenzar a realizar actividades físicas; recordando como premisa de suma importancia, que diagnosticarlas no corresponde a nuestro ámbito laboral, y que sólo debemos procurar evitarlas, y en caso de producidas, cooperar conjuntamente con los profesionales a cargo, para una rehabilitación óptima.
En aquella oportunidad habíamos planteado una clasificación de los diferentes tipos de lesiones, y nos ocupamos de ahondar en las lesiones musculares.
Ahora trataremos el resto de las lesiones.
LESIONES ARTICULARES
Esguinces: este tipo de lesiones son muy comunes en determinadas articulaciones, a saber tobillos y rodillas. Se produce con la práctica de algún deporte que posea traslaciones y saltos. Cuando se produce el esguince, la articulación es llevada a un límite mayor al soportado, y algunos ligamentos componentes de dicha articulación se estiran más de lo que pueden soportar. De acuerdo al grado de gravedad de la lesión se pueden clasificar en tres:
– De 1º grado: es semejante a una torcedura, se produce una distensión de ligamentos y tendones, y se inflama la cápsula articular. Se puede o no inmovilizar la zona, dependiendo del criterio médico. Se debe aplicar hielo inmediatamente producido.
– De 2º grado: en este tipo de esguinces además de la distensión de ligamentos y tendones se produce la ruptura de algunos componentes de la cápsula articular y por ende se pueden observar hematomas. También es muy importante la aplicación de hielo para bajar la inflamación.
– De 3º grado: este es el más grave de todos. Se produce la ruptura de ligamentos y de la cápsula articular. El único tratamiento que se aplica es el quirúrgico o también llamado cruento.
Es muy importante la rehabilitación y el fortalecimiento de los músculos periarticulares, ya que si se está rehabilitando un esguince seguramente los ligamentos pueden tener una longitud mayor a la normal, por ende es muy importante que los músculos que rodean dicha articulación estén bien fuertes para actuar como contenedores y fijadores.
Luxaciones: es la pérdida permanente de las relaciones que hay entre los componentes de una articulación. Un ejemplo servirá para aclararlo, la articulación del hombro es una de las que más frecuentemente se luxa. Existe una relación entre todos los ligamentos, tendones musculares, el húmero y el rodete glenoideo; cuando el hombro se luxa los ligamentos se distienden o estiran y el húmero se sale por fuera de la cavidad glenoidea, es decir que se pierde la relación entre estos componentes. Esto es permanente, debido a que por más que el hueso vuelve a su lugar (por una maniobra médica o propia), el daño se produjo, y puede repararse con una intervención quirúrgica o con un tratamiento incruento o conservador, dependiendo de la gravedad.
Siempre que existe una luxación la articulación es inmovilizada y la aplicación de hielo es también importante.
El objetivo del tratamiento es darle estabilidad a la articulación. Al comienzo sólo debe actuar el kinesiólogo, y luego se comienza a trabajar la parte muscular. La cicatrización de las partes blandas en una primera luxación es de 30 días.
Hay que tener especial cuidado con los músculos trabajados, debido a que algunos por sus inserciones puede volver a luxar un hueso ante un estímulo exagerado.
Bursitis: es la inflamación de la bolsa serosa, que evita la fricción entre los tendones y huesos. Se aplica hielo sobre la zona y se realiza tratamiento kinesiológico. Se puede observar la articulación inflamada y llena de líquido sinovial (no es conveniente su extracción). No se deben trabajar los músculos comprometidos hasta que no baje la inflamación
Síndromes meniscales: los meniscos son discos fibrocartilaginosos, encargados de lubricar superficies articulares y proteger a los cartílagos de los huesos que componen una articulación, de posibles desgastes, sirviendo también como factores de amortiguación.
Poseen una propiedad no del todo buena, y es que no vuelven a regenerarse; es por eso que cuando se produce una destrucción parcial o total de los mismos, se procede a la extirpación, o bien de un sector o por completo. Existen altas probabilidades de que con el paso del tiempo se puedan producir focos de artrosis en los huesos que han sido privados de la protección de un menisco.
LESIONES OSEAS
En el caso de este tipo de lesiones y por sus características, el entrenador pocas cosas puede realizar para evitarlas, y debe conformarse con cooperar con sus rehabilitaciones.
Fracturas: esta lesión es típicamente accidental, y ocurre generalmente en deportes donde los participantes tienen un serio contacto con sus rivales, o en aquellos deportes donde sus pruebas tienen como característica un alto riesgo corporal. Se define como fractura la solución de continuidad o pérdida de continuidad del hueso. La fractura puede ser cerrada o abierta (expuesta), esta última posee suma gravedad ya que el foco de la fractura se comunica con el exterior, y esto puede producir algún tipo de infección. También existen otros tipos de clasificación de las fracturas, según la parte del hueso fracturada, según el trazo de la fractura y según la cantidad de fragmentos. El tratamiento que puede recibir esta lesión, puede ser incruento, mediante la inmovilización de la zona, o cruento, es decir por intervención quirúrgica.
En caso de inmovilización por tratamiento incruento, es de suma importancia acordar con el kinesiólogo para la recuperación de los músculos involucrados, que tienden a atrofiarse por la falta de trabajo
Fisuras: el hueso mantiene su continuidad y alineación, pero se produce una pequeña rajadura o línea. El hueso se mantiene estable, y el tratamiento depende del médico a cargo.
Osteocondritis: este tipo de lesión es de especial cuidado, ya que es la inflamación del cartílago que recubre el hueso. Este cartílago por lo general se encuentra en los extremos o en la parte donde el hueso hace contacto con otro. El cartílago le da mayor soporte, lubricación, duración y protección al hueso, y no se regenera. De esta manera un daño del mismo, genera un crecimiento de osteocitos que tratan de remplazar al cartílago dañado y esto desemboca en una artrosis. Por ello recomendamos, prestar mucha atención a este tipo de lesiones, obligando a la persona que lo padece, para que se someta a los tratamientos adecuados.
Artrosis: esta lesión es el desgaste del cartílago que recubre el hueso. Ya ha sido mencionada anteriormente, y se produce por el exceso de trabajo, soportado por algunas articulaciones y sus componentes óseos durante mucho tiempo. Es un tipo de lesión que no tiene reverso, es decir que no se recupera, solamente se puede detener. Un consejo válido a aplicar es que aquellas personas que han practicado continuamente un mismo deporte, durante muchos años y con un importante grado de responsabilidad, busquen alternativas en otras actividades, para no sobrecargar de estrés a sus huesos y articulaciones.
Por Gabriel Lemme